sábado, 17 de janeiro de 2009

Poesía de mierda

Outra de esquizofrenia bilingüe. Anos de indefensión. Aquí teño a proba:


Mi estómago –ese pequeño enemigo que me va destruyendo por dentro-

está algo alterado esta noche, como todas las noches anteriores.

He intentado ahogarlo en piscinas de manzanilla pero se sigue resistiendo.

Fuera hace frío, y dentro también. Fuera no llueve, pero dentro sí.

Llovía también en el vagón del metro, y en el supermercado y en clase.

No sé si estará lloviendo donde tú estás. No sé si quiero saberlo.

Me levanto y me siento y me vuelvo a levantar y creo que no puedo más.

Y cuando la chica de la sonrisa perpetua me pregunta

entre el postre y el café de las tres menos cuarto

si ya estoy mejor y le digo que no,

no sé por qué me mira como si la hubiera insultado

y yo me siento un poco mal y deseo haber mentido.

Ojalá apareciera por la puerta mi asesino.


*


Cuando la bomba de Hiroshima dejaba la ciudad sembrada

de cadáveres desnudos, despojados de dignidad,

en Nueva York unos cuantos hombres se daban

palmaditas en la espalda y encendían puros.

Bienvenido a la teoría del caos,

que nada tiene que ver con las mariposas.


*


Aún tiemblo por las noches

y vomito por las mañanas.

Qué simple soy

y qué poco tengo.

Todavía saco tu nombre

en cualquier conversación.

Sigo hablándole de ti a mis amigos,

incluso a los que he perdido.

Duermo en un solo lado de la cama

y nunca en el medio.

Leo en alto, recito versos al aire,

tengo cuidado al encender las luces.

No sé con qué fantasma vivo,

no sé si con el tuyo o con el mío.

¿Tendré que volver a las Iglesias,

a confesionarios que me arranquen el llanto?

Cojo el teléfono, pido vez para el médico,

voy a clase, lloro en los exámenes,

y si veo algo en el parque y sonrío

después me muero por dentro pensando

en que no podré compartirlo contigo.

Qué simple soy

y qué poco tengo.


*


A ti nada te toca.

Estás ahí sentado, o sentada, delante del televisor,

y Safo te llamaría igual a los dioses al ver tu rostro ensimismado,

tu boca levemente abierta, y la babilla que te cae de medio lado.

A ti nada te toca porque tú tienes que pensar en ti,

porque vas al trabajo o a la escuela y ya es suficiente.

Es suficiente.

Sólo pides un poquito de paz para ti, no es un delito,

sólo quieres llegar el viernes por la noche y ver tu programa favorito.
No quieres saber cosas de la guerra, ¿guerra? ¿Qué guerra?

La historia nunca te gustó en el instituto.

Mamá te dijo que soñar no servía de nada

y que te buscases una novia, o un novio.

Papá te dijo que aprendieras matemáticas

para poder trabajar donde estuviera el dinero.

Eres de los que dicen que sí a todo.

Eres de los que no contiene la respiración

cuando un niño pasa corriendo y da un traspiés.

Eres de los que no se para a ver las hojas

convertirse en cristal nada más llegar el invierno.

Porque a ti nada te toca.

Miras sin ver. Rezas por inercia.

No sabes qué es eso de ser un animal social,

te aburren las estanterías llenas de libros,

sonríes delante de los anuncios publicitarios

y de los coches limpitos de los escaparates.

Te gusta ir de compras, sí.

A ti nada te toca,

y no te das cuenta de que la vida fluye dentro de ti,

pero también sin ti.

No te das cuenta de que hay algo más de lo que ves.

Y no sé por qué quiero que te importe.

Y no sé por qué quiero que te salves.

Y no sé por qué me duele tanto que seas intocable.


*


El arte de la guerra se contiene en un libro de filosofía.

El general Sun Tzu, menudo pájaro.

El arte del amor no se contiene, pero hay marcas de ropa

y de perfumes, películas, libros, restaurantes y centros comerciales

que creen que pueden desvelarlo para ti y pretenden hacerte sentir mejor.

Yo no soy nada para ti comparada con todas estas cosas.

La inmensidad material en un golpe de tarjeta de crédito,

¿quién puede competir con Dios?

Y a pesar de todo quiero apuñalarte y saber a qué sabes.

Ah, el sabor de la sangre. La corrupción de la carne.

Quiero competir con todos, quiero morir en una guerra,

que me envíes cartas al frente, que todos te digan que estás loca.

Tonterías.

Mis hijos seguirán labrando los campos del norte

y los tuyos les escupirán a las rodillas cuando les sirvan mal la sopa.

El patrón seguirá siendo patrón, las niñas bonitas no pagan dinero,

las azafatas de los aviones están todas muertas por dentro.

Tienes razón: venimos de mundos tan distintos que podríamos hacer que esto funcione.


*


Salgo de mí para ir a ti

y me voy por donde me he salido

y me vuelvo por donde no he venido

y me pierdo donde no te han visto.

Soy un concierto desafinado

de evocaciones tuyas

y de suspiros y enfados.

Me acerco y me alejo,

te temo y te extraño,

te busco, no te encuentro,

te niego, te llamo,

y en fin,

al final voy a perderme de nuevo

y me hago un lío y un llanto

y te pierdo, y te amo.


*


Esperarte significa extinguir toda vida que nazca

a treinta kilómetros a la redonda de mí.

Esperarte significa ser un despojo, un parásito,

una aberración, no producir.

Esperarte significa no tener nunca bastante,

pedir siempre más soledad.

Esperarte significa no tener ojos ni piernas

y bajar por la escalera sin sombra ni voluntad.

Esperarte significa matar a lágrimas a los grillos

que serenan mi ventana cada noche.

Esperarte significa redecorar la casa clavando en las paredes,

a gritos de martillo,

cada herida de tu ausencia.


*


Qué pena que no me llegue con la lengua al corazón

para poder lamerme las heridas.


*


Todas las cosas buenas vienen a confluir aquí,

a estos parques donde gritan los niños

y se oye el encontrarse de los labios de parejas que se besan.

Nos sentimos bien por primera vez en la hora punta

de las misas y los programas-concurso de la televisión.

Y yo, desaparezco debajo de las sábanas,

y sólo existo si miro por la ventana,

y temo estallar en cualquier momento,

colmada de belleza y dolor.


*


En una habitación que no es mía aunque tiene mejor luz,

en la que hay testigos de polvo y mierda

y una araña roja, muerta, cuelga en una esquina.

Quizá sea domingo, sábado, o jueves,

pero el caso es que estoy sin ti

y doy bastante pena, en un sentido general.

Llevo mis manos a mi nariz y aspiro con fuerza

rezando por encontrar un leve resquicio de tu olor,

me da vueltas la cabeza, me ciegan rayos de ausencia,

se pone a llover y mis huesos no hacen nada,

no dicen nada, aguardan, inmovilizan, callan,

echan de menos tu estructura, tu peso, tus sombras,

tu ritmo suave sobre la más bestial incontinencia.

Me has robado el corazón, el karma y el sueño,

o no recuerdo si es que te los di de buena gana.

Cuando te vas me dejas sólo mi oscuro cuerpo,

recipiente expectante de tu luminoso regreso.


*


Ahora que los salones de fiestas han cerrado sus puertas,

que los barrenderos ven nacer con tristeza el día,

que las televisiones estiran sus cartas de ajuste

y yo no pido perdón por nada,

ahora, que ya no hay demasiado que rogar y poco que esperar,

ahora es cuando puedo darte la mejor versión de mi peor yo.

Ahora que tu lado de la cama es tenue recuerdo de tu espalda,

sé que serás, a pesar de mí, que iluminarás alguna otra mañana,

y que yo me daré a festivales de pornografía para almas,

tan harta, tan harta de saber que me necesitas, pero tampoco mucho.

Y cada vez hay menos cosas de las que dudo.

Me hago vieja. Soy más limpia. Más endeble. Menos sabia.

Y tú me necesitas. Pero yo hago leña del corazón caído,

me resigno a la certeza de que sumas y sigues,

de que estás durmiendo a kilómetros de mi cuerpo

y no te paras, no decaes, no firmas la derrota

como hago yo ahora, ahora, ahora que los salones de fiestas…

Ahora que soy sombra de lo que me haces ser,

ahora que saco brillo a una oscuridad refinada,

mascada y rumiada imaginando exilios de ti,

ahora me permito desfallecerme, degollarme la esperanza,

desvanecer, apagarme soles en las pupilas, caer, mentir,

esperar con la habitación sembrada de minas antipersona

al caballero negro de mis miedos, ingenuo guardián del alba…

Te persigo en sueños con olor a plastilina, te aguardo tras cada puerta,

intencionadamente ignoro las señales que indican el fin de la noche

para alargar un poco más la tortuosa, lenta, bestial y dulce espera

de haber sido yo ahora, durante tanto tiempo,

y entrar tú, que eres mañana,

que rompes en un segundo tanto sufrimiento,

que me pones un beso en los labios, una bala de vida en la mirada

y un ahora, aquí y ahora, lleno de para siempres con salones de fiestas

que nunca cierran sus puertas o bien prorrogan infinitamente la madrugada.

Me abro lentamente como flor que saluda al día, y te siento palpitar dentro de mí.

Ven ahora, trae mañana.


*


Lidia, ¿por qué persigues mariposas

en plena tormenta de rayos de sol?

Lidia, nunca entendí por qué cuando me respondes

me dejas siempre con la pregunta en la boca.

Lidia, eres el hígado de Prometeo.

Cada vez que te arrancan,

vuelves a crecer

y a doler

y a ser pasto de buitres.

Pero levántate, y anda.

Tráenos la esperanza

de que mañana

nos desencadenarán.


*


Tecnología.

No puedo esperar para llegar a casa

y descargarme de internet

la ternura que perdí.


*


No saben a mar,

ni tienen insomnes manchas de café,

las poesías que te mando por e-mail.



3 comentários:

Laura disse...

Tu poesía sabe a ti. Tiene un deje de tristeza y una mirada melancólica teñida de secretas ilusiones que, ni tú misma te atreves a aceptar.
Nunca digas que tu poesía es de mierda porque no solamente es erróneo sino que nos abre una ventanita bajo la lluvia, capaz de limpiarnos la conciencia.

fpt disse...

Lo de mierda es una ironía, mujer. Es mi yo protoadolescente poseyéndome por momentos. Pero se me pasa pronto, tranqui, no vaya a ser que me de una embolia permanente para quedarme en los "años 90". Tú me entiendes, no?

Laura disse...

¿Proto qué?
en ls 90 no, no vaya a ser que te den un premio por hortera